Lo erótico cautiva fugazmente
Lo erótico cautiva fugazmente. Hace que esa ola interior coja el ímpetu para que se alce. Al ver la curva de la piel blanca, la tira de encaje, la sútil presencia de mi pezón excitado a través de la tela, adivinar la humedad que ya no puedo ni quiero contener... Esa ola crece, se eleva. Emerge hacia arriba como un muro penetrable, rígido y deseable. Quieres entrar a ese mar, mecerte en esas aguas, sentir ese sabor salado en tu lengua. Cuanto más ves la ola alzada, que se yergue ante ti, más deseas caer cautivo de ese mar. Deseas nadar en esas aguas, empaparte... Pero la ola igual que subió, arremete y cae sin piedad, te lleva, arrastra en una locura caótica donde pierdes el sentido, el oremus y solo fluyes hacia esa sensación de entrega total. La erótica ola entonces te lleva a la seguridad de la orilla, mi sonrisa te mira, mis ojos de niña anhelante te susurran palabras. Y caes rendido, emergiendo de esa locura que es el revolcón de una ola. La ola